Es mío. Por supuesto que es suyo, y quiere que continúe siéndolo. ¡Cuántos roces, dudas, negociaciones, trueques, chismorreos en el parque nos ha generado el tema del compartir! La solución nunca es fácil cuando se trata de un grupo de personas muy variado que se conocen poco entre sí. Nuestro deseo suele ser que los niños compartan. ¡Que compartan todo! Pero ya habrás experimentado que no siempre es posible. De la misma forma, tú prestas determinadas cosas con más facilidad que otras, y solo a según quién.

Cuando no estamos solos, el gran reto es: ¿cómo generar el mínimo de conflictos, sin por ello renunciar a mi forma de educar?

Lo que hagas para lograr este objetivo variará mucho en función de cómo sea tu hijo. Hay niños más bien tímidos, que normalmente necesitan la intervención del adulto para pedir un juguete que les gusta, o turno en el columpio. Hay niños que quitan de las manos al resto todo lo que les llama la atención (no por ello son malos, o peores, ¡por favor!). Los hay que quieren ir al parque con toda la casa a cuestas, otros con un único objeto que no pueden ceder a nadie por nada del mundo, les va la vida en ello (y a ti también porque sin él no duerme...). Están también los de la moto eléctrica, cómo no mencionarlos. La lista sería interminable. ¿Y qué pasa con los adultos? Pues que también hay de todo. La variedad en la sesión de parque pues, está servida.

¿Qué hacemos entonces con los rifirrafes del compartir?

*Podéis contactar con Clara Garcia Blanch en Aquesta adreça de correu-e està protegida dels robots de spam.Necessites Javascript habilitat per veure-la..